miércoles, 11 de abril de 2012

Locura y sabiduría griega

Apolo y Dionisos no deben comprenderse como opuestos. La sabiduría griega antigua sabía percibirlos como equivalentes, en la locura y la adivinación.

 

Nietzsche nos ofreció en su obra El nacimiento de la tragedia una audaz interpretación del pensamiento griego antiguo. De acuerdo a este filósofo alemán, en el fondo de la cultura griega existió una tensión entre el espíritu apolíneo y el espíritu dionisíaco. El primero se define en términos de armonía y perfección formal y tiene su manifestación natural en las artes plásticas. En cambio, el segundo se caracteriza por su abolición de cualquier límite y fomenta la exaltación y la superación de sí mismo, esa experiencia transgresora que únicamente hacen posible la música o el vino.

En la Grecia antigua, los partidarios de Apolo interpretaban el existir como si se tratara de un sueño; los de Dionisio, por su parte- sin interpretación alguna- existían con frenesí, cual si estuvieran en permanente embriaguez. Apolo invita a medir, distanciarse de las cosas y representarlas con libertad, pero siempre dentro de ciertas formas. En contraste, Dioniso afronta la realidad tal cual es y rechaza cualquier distanciamiento: Dionisio es un sí a la vida con todos sus variados matices, sin dejar de lado el dolor, el destino y la muerte. Nietzsche proponía esta pareja opuesta como vital para el impulso dialéctico que llevó a la Grecia presocrática a una de las cimas de la historia.

Matriz común

No obstante, el italiano Giorgio Colli, siempre afanado en rastrear los orígenes de la sabiduría griega, desarrolló una severa revisión al planteamiento de Nietzsche. De acuerdo a este pensador turinés, elegir la pareja de Apolo y Dionisos fue algo acertado por parte de Nietzsche, más no así exponerlos como contrapuestos. En última instancia, un crisol común concilia a ambas deidades en el Oráculo de Delfos; el reflejo en la realidad humana de esta identificación es la manía, elemento que Nietzsche parece percibir únicamente en Dionisos. La manía limitada a Dionisos resulta una vivencia de ebriedad mística, un acercamiento directo al fondo numinoso del ser, la anulación cabal de la individualidad.

Locura y adivinación

Colli, en este punto, rescata el aspecto de la manía ligado a Apolo. En el diálogo platónico Fedro, existe un pasaje que Colli pondera: un discurso acerca de la locura. “Mántica” es un término que comparte raíces etimológicas con “manía” y por ende, el arte de la adivinación- la esencia del culto al dios Apolo- se deriva de la locura. Esta manía apolínea se relaciona con la manía dionisíaca y en muchas ocasiones, incluso, se presenta como superior la primera a la segunda, es decir, la adivinación por sobre los misterios y los rituales orgiásticos.

La voz eterna

Como corroboración a esta propuesta, Colli evoca a Heráclito; y así, para identificar al furor, la embriaguez, la exaltación visionaria y la transgresión de la individualidad como manifestaciones esenciales de Apolo, basta recordar una de las consideraciones del Oscuro: “La Sibilia, con boca enloquecida, no dice ni algo gracioso, ni bello, ni ungido: nada de ello; y con todo, su voz resuena durante miles y miles de edades, por virtud del dios".


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