miércoles, 14 de marzo de 2012

Paul Delvaux: "Venus dormida"


En una onírica pintura, Paul Delvaux parece comunicarnos la ruta de una oscura y profunda sabiduría. Con el críptico estilo de su autor, la pintura Venus dormida (1944) es una de las exploraciones de los sueños, la fantasía y los dictados del subconsciente, más logradas de este artista belga.


Vamos a proponer una lectura de esta obra partiendo de cierta arquitectura de referencias y símbolismos cercanos a la perspectiva estética de Delvaux.

La ruta de la noche

En una urbe antigua iluminada por la luna, Venus yace dormida en un estilizado diván. Observan a la bella, un maniquí y un esqueleto. Venus parece abandonada en su sueño a la seducción de lo finito. Al fondo se ve a un grupo de féminas desnudas agitando las manos al cielo nocturno y más a lo lejos una más, abrazada a una alta columna. En primer plano, además, otra mujer- muy parecida a Venus durmiente- agita el brazo ansiosamente haciendo una señal. Esto es lo que nos presenta la obra, Venus dormida.

Explorador del arte y los sueños

Paul Delvaux se caracterizaba por realizar cuadros como el de Venus dormida en donde a través de sugestivas imágenes, casi siempre bellas, exploraba el mundo de los sueños y del subconsciente. Se trata de un universo temático construido por medio de un surrealismo tardío, al cual llegó Delvaux tras haber probado el impresionismo y el expresionismo.

Pautas de contemplación

Así como Delvaux fue un buscador estético, en obras como Venus dormida se nos invita a seguir esa misma dinámica de revelación hermenéutica. El punto de partida para leer la obra- en una propuesta reflexiva- nos la da la mujer en primer plano, la cual hace una seña con el brazo hacia el maniquí. Este último- representando a Venus vestida- mira hacia el esqueleto. Siguiendo esta trayectoria de referencias y orientaciones, se puede observar que el esqueleto mira hacia Venus dormida en el diván. Justo detrás de este último, aparecen las mujeres que claman al firmamento nocturno y más allá de ellas, se muestra la mujer abrazada a la columna. Allende solo quedan las fronteras de la ciudad y lo desconocido.

Las huellas de lo indecible

Desde una lectura simbólica podemos identificar a la mujer en primer plano como a la parte consciente de Venus - el amor, los sentimientos, la introspección- que penetra en la noche y la ciudad. La noche representa tradicionalmente lo irracional, lo misterioso y lo mortal, pero al mismo tiempo alude al seno materno, protector y fecundo. Este último detalle se armoniza con la antigua ciudad vacía, la cual es una figuración de refugio, de un lugar donde ampararse, pero también de orden trascendente. En última instancia, esto refiere a la protección materna, a su seno: un espacio primordial

Luego el maniquí puede relacionarse con el doble y lo aparente. El esqueleto por su parte nos habla de la muerte y de un estado de ser hermanado con el sueño. Así entonces Delvaux parece narrarnos como la conciencia apasionada, al viajar a sus propias simas, se encuentra con una región primordial en donde las apariencias se relativizan y develan a la muerte y el sueño, representado por Venus dormida. Más allá de esta región, se hace manifiesta la irracionalidad y lo sagrado, en este caso simbolizado a través del frenesí extático de las danzantes- danza: fomento de sagradas fuerzas- y de la antinatural- transgresora pasión de la mujer abrazada a la columna, símbolo por antonomasia de la unión entre el cielo y la tierra.

Allende esta experiencia de lo sagrado, lo numinoso- los límites de la ciudad- solo queda el enigma de lo indecible. Paul Delvaux parece expresarnos que el sueño de Venus- el autoconocimiento de sí, de la pasión, de la interioridad- nos lleva a una vivencia límite de lo humano y sus espacios sagrados. Venus dormida se sueña soñando el mundo y la ocasión prodigiosa de un primordial reconocimiento.


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