jueves, 27 de octubre de 2011

Destruyendo nubes con la mente

Louis Alphonse Cahagnet, en un libro de 1895, comenta una hazaña prodigiosa. Cierta ocasión que miraba unas grandes nubes, descubrió una de forma oblonga, que terminaba en una forma de “V”. La siguiente de ellas mostraba una curiosa forma de flecha. Cahagnet se percató de que esta última se “clavaría” en la primera nube, por lo tanto, se determinó a impedirlo con el solo poder de su mente. Se concentró intensamente para achatar la forma de la nube puntiaguda. Según Cahagnet su increíble tentativa dio resultado: la destrucción de nubes había nacido.


Cahagnet siguió practicando, y minutos después consiguió que cuatro mullidas nubes se desintegraran, con tan solo desearlo fuertemente. Entusiasmado, Cahagnet fue con un vecino para relatarle su hazaña. Este último, el señor Lecoq quedó azorado al presenciar la extraña habilidad de su vecino y más aún cuando él mismo intentó destruir un par de nubes y pudo conseguirlo. Al día siguiente y con un par de amigos Cahagnet busco en el cielo la nube más grande. Se organizaron para destruirla por entero, cada uno concentrándose en una fracción de la nube colosal. En tan solo 10 minutos el cielo estaba libre de ella.


Muchos años después, en la década de 1950, el científico neozelandés Rolf Alexander llevó a cabo varias exhibiciones públicas de destrucción de nubes, basado en una facultad personal que el denominaba como “realismo creativo”. Por la expectativa que generó este caso, dos investigadores, Denys Parsons de la Sociedad de Investigación Psíquica y R.S. Scorer, meteorólogo del Imperial College de Londres, analizaron las afirmaciones de Alexander. Su veredicto fue rotundo: no existía nada parecido al “realismo creativo” y nadie podía hacer difuminar nubes con el pensamiento. Las grandes nubes desaparecen por sí solas en 15 o 20 minutos, y su lugar es ocupado por nubes de parecida apariencia. Esto último genera la impresión de que únicamente aquella nube elegida es la que ha logrado ser dispersada.

No obstante, algunas otras personas han afirmado que pueden destruir nubes con la mente, y que pueden hacerlo en tan solo 90 segundos, es decir, mucho menos tiempo de lo que los científicos aseveran tarda una difuminación natural.

Este es un ejemplo en video time-lapse de la dinámica natural de las nubes, en su cambio de formas y tamaños.




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